Sigmund Freud
Silvio Fanti



Para ser micropsicoanalista es necesario una formación sólida y específica. Esta se basa en que el futuro analista tiene que analizarse y además adquirir una serie de conocimientos teóricos y técnicos.

Así, la formación del micropsicoanalista consta de tres etapas: el micropsicoanálisis personal, el micropsicoanálisis didáctico y las sesiones de control. En micropsicoanálisis la distinción clásica entre un análisis terapéutico (motivado por uno o varios síntomas neuróticos) y análisis didáctico (hecho generalmente por una persona médico o psicólogo que desea ser analista), no existe a priori. No solamente esta distinción da una falsa connotación clínica al trabajo analítico, sino que también daría a entender que el futuro analista no tendría conflictos inconscientes que analizar y que su trabajo sobre el diván sería de orden intelectual.

El candidato a micropsicoanalista no se beneficia de ningún estatuto particular al empezar su análisis. Se empieza por hacer un micropsicoanálisis personal, es decir, analizar asociativamente sus núcleos neuróticos inconscientes. Al final de este trabajo, el analizado se conoce suficientemente a sí mismo a la vez que al micropsicoanálisis para juzgar si la profesión de micropsicoanalista corresponde a sus auténticas aspiraciones y no a aspiraciones neuróticas. Con el acuerdo de su micropsicoanalista, decide entonces hacer un micropsicoanálisis didáctico, segundo tiempo de su formación.

El micropsicoanálisis didáctico es una profundización del análisis personal que se enfoca hacia el conocimiento general del psiquismo así como hacia la teoría y la técnica psicoanalítica y en especial la micropsicoanalítica. Esta segunda etapa de formación se empieza alrededor de un año después de haber concluido la primera, tiempo durante el cual el analizado se prepara estudiando literatura especializada y ampliando su cultura general si fuese necesario. El análisis didáctico se lleva a cabo por medio de sesiones sobre el diván, como el personal. Pero, contrariamente a éste, exige un trabajo fuera de sesión. El analizado debe de estudiar a fondo las obras de base del micropsicoanálisis ( El micropsicoanálisis y el Diccionario práctico de psicoanálisis y de microspsicoanálisis) así como las de psicoanálisis (Freud sobre todo, sus discípulos y disidentes, y las principales corrientes de psicoanálisis ortodoxo contemporáneas). Además de estos conocimientos específicos, es preciso que el analista adquiera sólidas nociones de biología general y humana, de antropología, filosofía, historia de las religiones y de las civilizaciones, mitología, psicología y lingüística. También debe de familiarizarse con los grandes síndromes psicopatológicos no solamente por medio de lecturas sino asistiendo durante algunos meses a algún servicio de psiquiatría. Poco a poco, a lo largo de las sesiones, el analizado va a enriquecer su material personal integrando asociativamente el conjunto de conocimientos adquiridos. Todo ello le permitirá comprender mejor a sus futuros clientes. Por su parte, el analista didacta transmite a su analizado la técnica micropsicoanálitica por medio de intervenciones introducidas en el material que el analizado recoge en sus asociaciones. Así, el futuro analista asimila las sutilidades técnicas del micropsicoanálisis, por ejemplo, la manera adecuada de aplicar la regla de neutralidad y abstinencia, cómo manejar la duración y la frecuencia de las sesiones en función de la dinámica del trabajo, cuándo introducir tal o cual recurso técnico o cuáles son los criterios de avance y fin de análisis.

A lo largo del análisis didáctico es cuando se consolidan las cualidades humanas que se empiezan a desarrollar durante el análisis personal, necesarias para la práctica. Estas son: honradez, paciencia, disponibilidad, plasticidad, comprensión, generosidad y capacidad para aceptar al otro como persona. Gracias a ellas, el analizado puede establecer una buena alianza de trabajo, aceptar la neutralidad del analista en sesión y las frustraciones de la regla de abstinencia, y abrirse a medida que va desanudando sus conflictos agresivos y sexuales infantiles reprimidos.

El final de este segundo período de formación lo decide el micropsicoanalista didacta. Su decisión se basa en los criterios asociativos que traducen la liquidación de los conflictos inconscientes, la asimilación de la técnica y la maduración de las cualidades humanas del futuro micropsicoanalista. A partir de ahí puede empezar a practicar. De todas formas la profesión de micropsicoanalista exige una experiencia que se adquiere lentamente y el micropsicoanalista que empieza debe de someterse aún a sesiones de control a lo largo de las cuales revisa su trabajo, especialmente en lo que se refiere a la contratransferencia. Las sesiones de control se efectúan con un analista didacta que supervisa al menos los tres primeros micropsicoanálisis o las 2500 primeras horas de trabajo. Cuando ha terminado los controles, el micropsicoanalista presenta un trabajo clínico ante la Comisión para la practica de la Sociedad Internacional de Micropsicoanálisis quien, de acuerdo con su micropsicoanalista controlador, le otorga el título de miembro practicante.

En suma, el ser micropsicoanalista corresponde a un compromiso vital importante que exige un esfuerzo prolongado: sólo el análisis personal junto con el didáctico, suponen de 1000 á 1500 horas de sesiones para lo cual son necesarios al menos de tres a cinco años de intenso trabajo.